martes, 1 de mayo de 2012

La Cábala del dinero

Y los hechos, qué duda cabe, nos llevan a concluir que el mundo occidental ha entrado en la espiral del capitalismo y materialismo a ultranza. ¿Es posible la espiritualidad en un terreno tan pantanoso?
Por increíble que parezca, sí. O al menos, eso postula Nilton Bonder, Rabino del Jewish Theological Seminary de Nueva York y autor de 17 libros. Uno de ellos, titulado La Kábbalah del Dinero, nos reta a formarnos una amplia y ética visión del comportamiento económico, que incluye todas las formas de intercambio e interacción humana, desde cómo gastamos nuestro dinero hasta cómo desarrollamos nuestro papel como seres humanos responsables en un marco ecológico global. Recurriendo a enseñanzas éticas judías, tradiciones místicas y cuentos de los maestros jasídicos, Bonder examina un amplio espectro de temas relacionados con la Cábala y el dinero.
“Una antiquísima teoría dice que el mundo del sustento, como la vida misma, está oscilando constantemente entre los opuestos. La riqueza –continúa explicando Bonder- no es el resultado del incremento constante, sino más bien de prudentes abstenciones de ganancia, que son menores que la ganancia misma en su conjunto. De este equilibrio –asegura- surge todo. En consecuencia, el sustento es un resultado del mercado y no del trabajo” –concluye.
Los rabinos vieron la pobreza como una tragedia. En el Midrash (Éxodo Rabá 31:14) leemos “Nada en el Universo es peor que la pobreza; es el más terrible de los sufrimientos”. Para combatir este “enemigo” desarrollaron el concepto del yishuv olam, el esfuerzo de “asentamiento del mundo”. Derivado de Génesis 2:15, donde a los seres humanos se les asigna la tarea de “labrar y cuidar” la tierra, se establece que debemos intentar –manteniendo siempre una relación honesta con el mundo- aumentar la calidad de vida en conjunto.
Crear abundancia sin crear escasez no es sólo muy difícil, es también un principio que se extiende del universo físico al espiritual. Porque cada acción tiene una reacción opuesta e igual. Es mucho mejor vivir con lo esencial que, al intentar generar más abundancia, generar escasez para alguien más.

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